9 mar 2009


He aprendido a saber tus silencios, a leer lo que callas,
a callar cuando buscas lejanías.
Sé de las distancias, de los sueños enredados, cabalgados
en las ramas de la vida.
Y sé de las hojas que volaron y escribieron cada otoño
preámbulo del invierno que ahora
nos susurra.
Conozco los regresos ahítos de esperanza, de besos atesorados,
de tactos que palpitan en la piel
caducando las heridas.
Me serena mirarte,
desandar las arrugas y teñir tu cabello
con las horas vividas.
No imagino el verano sin el sol de tu risa,
ni el invierno que nombro, que aguarda en esa esquina,
sin tu mano en mi mano
resistiendo las lluvias

1 comentario:

Anónimo dijo...

La hermosura de estos versos han llenado el atardecer de dulce nostalgia.
Yo también aprendí de sus silencios...