15 abr 2008

MIA Y SUS AMISTADES PELIGROSAS ( I PARTE)


Mia tenia muchos amigos, pero muy pocas amigas. Siempre había sabido que se llevaba mejor con las personas del sexo opuesto. Desde niña las chicas tenían una imagen de ella bastante distorsionada. Quizás porque nunca se habían tomado la poca molestia de profundizar en ella. Quizás porque el salirse de lo común, de lo convencional aún estaba mal visto y se castigaba cruelmente por ello, con esa crueldad perversa e infantil que solo los niños poseen.

Una de las pocas amigas de Mia era Helena. Se conocían desde el colegio. Aun recuerdan ambas el primer día que se vieron. Era el primer día de clase en parvulario, Helena lloraba desconsoladamente en una esquina del patio, su madre la había abandonado en tal horrible lugar y un niño mayor le había quitado su batido de chocolate. Mia la vio, se acerco a ella y la dijo:

-Que llores no servirá de nada. Ni vendrá tu madre ni te devolverán tu batido. Así que toma media palmera mía y vamos a jugar.

Mia y Helena se conocían muy bien. Habían vivido demasiadas cosas juntas. Nunca se habían separado; desde el colegio hasta la facultad, desde veranos en el pueblo hasta viajes espontáneos a cualquier lugar, desde noches de borracheras hasta las comidas de los domingos una en casa de la otra. Helena era hija única, así que Mia era para ella no solo su amiga sino también su hermana. Esa hermana mayor que todas las chicas necesitan. Y auque Mia era casi un año menor que Helena, ejercía ese rol sin ser consciente de ello.

Las dos eran personas muy distintas. Helena era tranquila, vergonzosa, serena, paciente, pero insegura y desconfiada. Mía era todo lo contrario a su amiga; inquita, extravertida, despierta y demasiado segura de si misma. Quizás por eso se llevaban tan bien, porque se complementaban perfectamente. Todo de lo que carecía una lo tenía la otra.

Mia odiaba los novios, rollitos y ligues de Helena. Decía que eran tíos sin interior. Meros conversadores sin sentido. Superfluos y egocéntricos. Y cada vez que ésta le presentaba al ultimo, Mia hacia apuestas para ver si superaba en idiotez al anterior. Pero aquella noche Mia perdió la apuesta. Cuando Helena apareció con el chico, Mia ni si quiera se molesto en levantar la cabeza del libro en el que estaba inmersa. Convencida de que sería un guaperas mas al que tener que soportar unas horas para que su amiga se sintiera feliz de que se conocieran. Mia se llevó todo una sorpresa. El chico era bastante callado, con una bonita sonrisa y con una mirada penetrante, de esas que llegan a intimidar. Alto, moreno, majete de cara, pero sin llegar a esa guapura marcada por rasgos específicos. Lo suyo era una belleza peculiar, diferente; y la diferencia era lo que mas gustaba a Mia.
Continuara.....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperare al siguiente...
Un beso.

VANESSA dijo...

mmmmm en proceso esta. Gracias